"La humanidad no representa una evolución hacia algo mejor, o más fuerte, o más alto, al modo como hoy se cree eso. El progreso es meramente una idea moderna, es decir, una idea falsa" (Friedrich Nietzsche)
Lígia Ferreira
La modernidad es algo a pensarse, pero ¿qué es la modernidad? El artículo moderno viene del latín modernus, relativo a un tiempo actual, reciente, próximo. La Real Academia Española define modernidad como la calidad de ser moderno, o sea, “Perteneciente o relativo al tiempo de quien habla o a una época reciente. Que en cualquier tiempo se ha considerado contrapuesto a lo clásico”.
Más que eso, pensamos en moderno todo lo que es innovador, distinto de lo que comúnmente miramos, hacemos u ocupamos. El mundo moderno del siglo XXI sería aquel lleno de nanas robots, autos voladores, aparatos para tele-transporte y máquinas que facilitara la vida humana. Al revés de todo eso, aún compramos en la panetería de la esquina y pedimos que anoten en el bloc de notas para que paguemos después o manejamos un viejo escarabajo 1940 color azul celeste, hasta mismo aún ocupamos el teléfono.
Aún que no tengamos llegado a la modernidad propuesta en la película “2001: Una odisea en el espacio”, el progreso que la humanidad alcanzo después de la industrialización modificó mucho la vida personal de todos. Hay cambios en las relaciones religiosas, en el sexo, en la familia, en el cuerpo y, obvio, en el consumo. El consumo hizo mucho por la evolución de objetos útiles en nuestras vidas.
Por ejemplo, el lápiz. Antiguamente no pasaba de una pluma con un tintero externo que era utilizado para nada más que escribir o dibujar. Hoy está totalmente cambiado y ya existen hasta las tintas invisibles o lápices con cámaras digitales, relojes, agenda y otros accesorios. La evolución no se para.
Quién antiguamente tenía que lavar sus ropas a mano, ahora ya puede comprar modernas maquinas de lavar con diversos tipos de sistemas hi-tech. Una de ellas, de la marca Siemens, trae una tecnología que reconoce el tipo de suciedad de la ropa y la lava de manera adecuada para su limpieza. Es el adiós a las dudas cuanto a salsas de tomate o chicle pegados a las polleras. Además existen otras que lavan y también planchan, marcando un futuro fin para las tablas de planchar y las horas perdidas con esa tarea.
Las abuelitas de todo el mundo se quedarían boquiabiertas con otra revolución en la casa: el refrigerador que habla. Él se conecta a un Ipod (Apple) y las recetas son reproducidas en los parlantes embutidos en la puerta. También hay el que, solito, hace compras a través de la internet, a medida que los suplementos están por terminar puerta adentro. Imagínate la cara de la señora con 79 años que aún pone la foto del nieto en el refrigerador como si ahí fuera la portada del diario de la familia.
Pero, ¿qué hay del papel higiénico en todo eso? Toda esa modernidad alucinante (mismo que no sea la imaginada) no alcanzó el papel higiénico, pensado hace siglos. Aún que desarrolle fundamental tarea en nuestra vida, nadie jamás lo cambió conceptualmente. O mejor, esa modernidad que poco sentimos en pleno siglo XXI no pudo hacer cambios definitivos en utensilios básicos.
Antes de todo, deberíamos definir que es papel higiénico. Es un papel delgado con 20 o 30 metros de largo, enrollado a un cilindro de cartón. Generalmente es blanco, aun que pueda variar su color a rosado, verde, azul, etc. Viene perforado para que se quede más fácil su uso. Y sirve, oficialmente, para higienizar el potito.
Hay no mercado una infinidad de opciones para el producto, desde colores y olores distintos, hasta los que vienen con pasajes bíblicas, juegos Sudoku o dibujos estampados para que haya más entretenimiento en la labor del baño. Pero, con tamaña característica, ¿puede el papel higiénico evolucionar?, ¿las empresas fabricantes de ese producto pueden cambiar conceptualmente en papel higiénico como ocurrió con el lápiz o el computador?
No se encuentra hasta hoy en el mercado producto que tenga mudado verdaderamente de aires el papel higiénico. Lo que se encuentran son accesorios que prometen incrementarlo.
Por ejemplo, estudiantes de design del Brunel University de Londres, anunciaron en 2005 una impresora matricial, intitulada 'RSStroom Reader' que imprime en papel higiénico e pode ser instalada al lado del inodoro. El producto tiene conexión con internet y trabaja en tiempo real mientras se necesita del papel.
Otra empresa, atenta a la creciente venta de Ipods crió un dispensador de papel higiénico con adaptador, desde donde se puede oír música, jugar o solamente cargar el aparato reproductor.
Mismo así, nadie consiguió aún reinventar el papel higiénico que continua a ser solamente un compuesto de papel enrollado en un cilindro. El progreso hasta puede ser visto en algunas innovaciones tecnológicas, pero el limpiador de fondo todavía va continuar a ser lo mismo.
Y aún que lo inventen, tal vez se lleve años para llegar a Chile, ya que la ‘modernidad’ acostumbra costar caro y no alcanza a todos masivamente.
jueves, 25 de septiembre de 2008
Él Papel Higiénico y la Modernidad
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