miércoles, 28 de mayo de 2008

Indignada con la policía local

No es una analisis a la prensa, pero es en español y por lo tanto me sinto libre a ponerlo aca... ai va

Lígia Ferreira

Estoy acá intentando digerir todo lo que presencié por primera vez en la calle. Confieso que estoy asustada, inconformada, indignada, impresionada, no sé que más palabra ocupar. Estoy a los nervios, a punto de llorar de rabia.

Todo eso debido a lo que vi mientras sucedía más una manifestación estudiantil en el país de las manifestaciones imposibles. Digo eso porque es casi increíble la cantidad de manifiestos que se hace en las calles centrales de Santiago, pero casi siempre sin grandes posibilidades de continuación, visto que los carabineros capitalinos utilizan toda su delicadeza para impedirlos.

Hoy yo tenía una entrevista por la mañana y salí de casa apurada sin tener tiempo para mirar la tele. Caminando por República, donde vivo, vi estudiantes corriendo y la policía por de tras de ellos. Así me acordé de las manifestaciones en contra de la nueva Ley General de Educación (LGE).

Decidí cambiar de camino, porque sabía que la situación en la Alameda no estaría buena ya que en plena República con Grajales las cosas ya no eran fáciles. Lo que yo, extranjera que soy, no sabía era que en las otras calles también no se encontraban tranquilidad y pacificación.

Lo que presencié en las calles me hizo cambiar de opinión. Estoy ahora a favor de los estudiantes, de cualquiera movilización, por cualquiera causa y si esa movilización fuera violenta, concordaré aun así.

No sé como el gobierno chileno (y junto la policía también) quiere manifiestos pacíficos, mientras los carabineros no saben utilizar otra forma que no sea la violencia para terminar con la concentración de las personas.

Me explico, mientras yo estaba en medio de un disturbio que no tenía noción del tamaño (y de igual estaban muchas otras personas, estudiantes universitarios y trabajadores del sector) vi carabineros equipados ocupando de terrorismo para capturar posibles manifestantes. Pero, tal vez por azar mío, los vi a llevar personas que nada tenían con los problemas ajenos.

Yo estaba ahí involucrada en un disturbio sin saber. Los estudiantes corrían por todo lado y la policía también, con sus autos blindados y gas lacrimógeno, no tenía como salir de la confusión si no tenía idea de para donde ella iba. Intenté me abrigar en una universidad (que por decir, estaban todas con sus puertas cerradas) junto a otras personas y de ahí admirados vimos los actos de violencia aplicados por la policía.

Un joven pasaba por la calle, intentando salir de la confusión, y fue llevado por tres carabineros que lo cargaron por las piernas y brazos sin mayores avisos. A mi mirada y de las otras personas ahí presentes, el joven no tenía ninguna relación con los manifiestos, hasta porque estaba tan tranquilo anteriormente a su prisión, que ciertamente no imaginó que el día de hoy eso pasaría con él.

En seguida, no muy lejos de este mismo local, un reportero gráfico también fue cargado violentamente por los carabineros, mientras sus colegas presentes gritaban: “¡Es de la prensa!!”, “¡Es prensa!!”. Pero ¿para qué? ¿De qué vale? De nada vale, si va a ser jugado adentro de un camión de la policía.

Mientras esas injusticias pasaban delante de mis ojos, los estudiantes manifestantes también estaban a ser llevados con la misma actitud de agresión y poco respecto. Además el agua y el gas lacrimógeno eran lanzados arriba de todos en la calle. Sin distinción. Y eso no era en la Alameda, donde realmente se pasaban los manifiestos. Estoy hablando de calles cercanas a la avenida República. Donde personas comunes y corrientes fueron tomadas de susto.

Me decidí a salir del local donde estaba e intentar llegar a mi entrevista, ya que ahí no era seguro estar. Fue cuando toda mi indignación se transformó en rabia. Un señor con más edad que mi papa y una señora intentaban también salir del caos y en medio de la calle fueron tomados por un nada agradable jato de gas. Así sin más, se quedaron con todo el cuerpo lleno de polvo blanco. Todos al alrededor se quedaron abismados con la cena vista. Todos, menos mis amigos periodistas, que acercaron el señor para aprovechar de la buena imagen a enviar a sus canales y medios de comunicación. Ser periodista a veces te hace olvidar del humano que eres.

Pero bien, finalmente llegué a algún medio de locomoción para salir de todo ese horror. Hice mi entrevista y volví a la casa con el olor a gas por todos los lados. Acá estoy, segura e inconformada con tanta violencia y la justificativa que oigo ahora en el diario es que la manifestación no estaba autorizada y por lo tanto debería ser disuelta por los carabineros.

Si quieren respecto y manifiestos pacíficos no deberían ocupar de tanta violencia para diluirlas. Las agresiones que presencié y después asistí en la tele no me dejan duda de que estos estudiantes volverán a la calle en un próximo manifiesto tan o más rebeldes que antes.



PS: Para no ser tan individualista en eso, fue buscar en la internet antecedentes y me deparé más impresionada aun. Pongan en google para buscar imagenes de: policia chilena. Las imagenes de todo el mundo demuestran exactamente lo que yo digo...

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